Pocas estrategias cibercriminales han proliferado tanto en los últimos años como el ransomware y la razón es clara: por más medidas de seguridad que se tengan instaladas es muy fácil transformarse en víctima. La ganancia es prácticamente inmediata y es fácil afectar a los eslabones más débiles de la cadena.
Un ejemplo claro es WannaCry, que hace dos años se extendió muy rápido por el mundo (en especial por México) y afectó a más de 100 millones de usuarios en su aparición. Hoy se calcula que un ataque global de ransomware podría impactar a más de medio millón de empresas. ¿Qué hay que hacer para no transformarse en una de ellas? A continuación, algunas cifras del impacto que el ransomware tiene el mundo y medidas que pueden aportar a evitar ser víctima de este tipo de ataques:
