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¡Robots trabajadores del mundo, uníos!

Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la automatización. Si bien la robótica llevaba experimentando rápidos crecimientos en los últimos años, la crisis global, el aumento del desempleo y la disminución de precios en muchos componentes electrónicos está haciendo de las máquinas autónomas una alternativa vital y accesible para muchas industrias. ¿Pagarán el precio ahora sí los trabajadores humanos?

Publicado el 01 Jul 2020

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Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la automatización. Si bien la robótica ha experimentado rápidos crecimientos en los últimos años, la crisis global, el aumento del desempleo y la disminución de precios en muchos componentes electrónicos está haciendo de las máquinas autónomas una alternativa vital y accesible para muchas industrias. ¿Pagarán el precio ahora sí los trabajadores humanos?

El mercado global de la robótica no necesitaba realmente un empuje, pero el COVID-19 y el apresurado salto a la digitalización que están (y seguirán) dando las empresas podría acelerar las tendencias ligadas a este grupo de tecnologías en varios años. De acuerdo con Allied Market Research, el valor de mercado de los robots alcanzó $6,275 millones de dólares en 2019 y se proyecta ahora que crezca a 13.5% anual (CAGR), con lo que alcanzará los $170,000 millones de dólares para el 2027.

Eso solo en lo relativo al modelo tradicional de robot: brazos mecánicos en la línea de ensamblaje, trabajadores autónomos en las bodegas y sofisticados artefactos de cirugía en la salud. Otras versiones menos sci-fi de esta tecnología, como la inteligencia artificial y el RPA proyectan alcanzar $202,000 millones de dólares en 2026, desde $20,670 millones en 2018, de acuerdo con Fortune Business Insights.

Tal como dijo hace unos meses Satya Nadella, CIO de Microsoft, la pandemia generó el equivalente a dos años de transformación digital en solo dos meses, y el fenómeno sigue en marcha. A pesar de los muchos retos que el coronavirus puso en prácticamente todos los ámbitos de la experiencia humana, el escenario tecnológico empresarial saldrá más fortalecido y estará más preparado para habilitar herramientas y servicios de mayor complejidad.

A esto se le suma la crisis económica global que se avecina. Con recortes en el crecimiento de prácticamente todos los países, y proyecciones para el 2021 no muy alentadoras, cuidar el presupuesto está siendo fundamental para todas las empresas, sin importar la industria. Una alternativa barata para conseguirlo es justamente sumar más y más automatización. Los robots son indudablemente más baratos en el largo plazo que los trabajadores humanos, aumentan la productividad, bajan la tasa de errores, no entran en conflictos con la dirección ni tampoco se sindicalizan (por ahora).

Crecimiento proyectado del mercado de robots, por tipo. Fuente: Allied Market Research.

¿Implicará esto que los humanos perderán su trabajo? La respuesta es un poco anticlimática: no está claro. Un estudio muy reciente del MIT concluyó que sumar un robot por cada 1,000 trabajadores aumentó el desempleo en Estados Unidos en 0.2%. Cada trabajador robot que se agregó en manufactura reemplazó 3.3 trabajadores en promedio y disminuyó los sueldos en 0.4%. Pero el MIT analizó datos desde 1990 a 2007, una época categóricamente distinta a la actual y en la que la automatización masiva aún era un sueño futuro.

Cifras más recientes, recopiladas por Price Waterhouse Cooper, sugieren que hasta el 38% de los trabajos podrían perderse por culpa de la automatización para el 2030. Los sectores donde más probablemente disminuirá el trabajo humano es el de transporte y almacenamiento (56%), manufactura (46%) y retail (44%).

Del otro lado de la discusión, la International Federation of Robotics indicó que el número de robots industriales en el mundo creció 65% desde 2013 a 2018, a 2.4 millones de unidades; en el mismo periodo de tiempo, el empleo humano en la industria automotriz de Estados Unidos (que cuenta con la adopción más grande de robots en el país) se incrementó en 22%. La entidad, con sede en Alemania, dijo además que la actual crisis en las cadenas de suministro global empujarán también la adopción de robots una vez que el COVID-19 pase, pero que esa adopción creará nuevos empleos al reactivar la producción industrial en algunos sectores.

“No existe posibilidad alguna de que la inteligencia artificial cause desempleo”, comentó Byron Reese,  uno de los futuristas de mayor reputación en el mundo tecnológico, autor del libro The Fourth Age: Smart Robots, Conscious Computers, and the Future of Humanity “Tienes que preguntarte, ¿hace la AI más productiva a las personas? ¡Pues para eso es! Cuando incrementas la productividad de los trabajadores también se incrementan los salarios. Cada 50 años la mitad de todos los trabajos desaparece, y aún así la tasa de desempleo se mantiene entre 5% y 10%. ¿Cómo puede pasar esto? ¿Por qué no tenemos una crisis de desempleo cada medio siglo? Es porque la tecnología empodera a las personas para que hagan más cosas”, sentencia, en favor de los robots.

Uno de los argumentos que la industria de la robótica siempre ha utilizado para defenderse, es que las máquinas inteligentes sirven como complemento del trabajo humano, y que aún se está muy lejos de utilizarlos en tareas que requieran de la creatividad y el ingenio de los trabajadores de carne y hueso. Esto está cambiando rápidamente. Hace un par de años, la supercomputadora AlphaGo, de Google, derrotó al campeón mundial de Go, uno de los juegos de mesa que requieren del más sofisticado pensamiento creativo.

En trabajos más tradicionales, los robots ya están preparados para reemplazar a los analistas de la bolsa. Un estudio de la Indiana University llegó a dos conclusiones clave: las recomendaciones de los analistas robot diferían mucho de las de sus pares humanos, y eran más consistentes, más inmediatas y con menos riesgos de caer en conflictos de intereses.

De acuerdo con la OCDE, las empresas que implementan estas tecnologías son 10 veces más productivas que su contraparte. No es extraño entonces que cada vez más empresas estén intentando aprovechar las bondades de los robots inteligentes y la automatización, especialmente post-pandemia y con la oferta creciente de alternativas. De acuerdo con un informe de ZDNet, hay cuatro razones principales por las que este mercado se encuentra en disfrutando de una época de gloria:

  • Los sensores son cada vez más baratos: El despertar del Internet de las Cosas, el rápido crecimiento de los vehículos autónomos y los smartphones han hecho caer hasta el sótano los precios de todo tipo de sensores, un elemento vital para cualquier robot productivo.
  • El desarrollo open-source está muy avanzado: Desde el 2009 los fabricantes y aficionados cuentan con ROS, un sistema operativo de código abierto diseñado específicamente para robots. Gazebo, otro servicio de código abierto, permite realizar pruebas en los robots en un ambiente virtual, ahorrando costos en hardware. El open source es la norma en la robótica.
  • Generar prototipos es cada vez más simple: Gracias a tecnologías como la impresión 3D y el código abierto, hasta un niño puede crear un robot desde cero si cuenta con las herramientas adecuadas, y en tan solo un día. La barrera de entrada para la robótica nunca había estado tan baja.
  • Convergencia de tecnologías diversas: La computación móvil, los sensores, los servicios de inteligencia artificial en la nube y la expansión del IoT han contribuido en distintos grados a que los robots sean cada vez mejores y más eficientes. Parecería que cada paso que la humanidad da en la tecnología es utilizado por los robots para mejorar su desempeño. ¿Quién trabaja para quién?

Además, hoy en día cualquiera puede implementar la automatización en algún grado, las dificultades son las mismas o menores que las implicadas en cualquier otro proyecto tecnológico. Tomadores de decisiones IT en Estados Unidos coincidieron en tres factores que determinan el éxito en un proyecto de automatización: Tener un entendimiento profundo de los procesos a automatizar, planificar con tiempo y cuidado, y contar con un flujo de trabajo suficientemente simple para volverlo automático sin tanta inversión. Las principales razones por las que fallan estos proyectos fueron una complejidad excesiva y no comprender completamente para qué automatizar lo automatizado, de acuerdo con datos de ABBYY y Opinium Research.

En suma, el mundo tras el COVID-19 podría ser el principio de la gran revolución de los robots. Las organizaciones y los trabajadores tienen que, desde ya, analizar los futuros posibles y cómo conseguir no terminar fuera del negocio por culpa de una máquina.

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